Se despertó a media mañana por un inaguantable ruido de gotas de agua; y así era, ni mas ni menos, un terrible e interminable goteo de una mundana manguera de lavabo. Dirigiose al cuarto de baño preguntándose como diablos algo tan insignificante podía causar tantas molestias; y es que de verdad era algo extenuante, toda la noche el mismo maldito ruido. Simplemente insoportable.
Entró a la atildada habitación con la firme decisión de terminar de una vez por todas con aquel infierno. No acababa de abrir la puerta cuando el singular chapoteo de sus pasos en el agua le indicaron algo más, algo que de verdad le irritó. El baño estaba inundado. -Increíble-, se dijo a la vez que maldecía el líquido esparcido por todo el cuarto. Buscó el trapeador por toda la casa pues no estaba en su lugar y recordó haberlo dejado nada menos que en la azotea... -Con un carajo-.
Después de lavarlo, pues estaba lleno de lodo, empezó a secar mas se detuvo después de unos momentos pues la cochinada soltaba una especie de pelusa. - Esto es un desastre-. Terminó después de una cruenta batalla, en la que durante media hora utilizó una toalla de manos para ir sacando el agua poco a poco mientras acusaba a la manguera de degeneración.
Cuando por fin revisaba que diablos era lo que estaba mal, se dio cuenta que una de las dos mangueras del suministro del lavabo estaba rota y que indiscutiblemente tenía que cambiarla de inmediato.
Sin quitarse la pijama recogió sus llaves para salir en el auto por una manguera nueva, y ya en la ferretería su cara de pocos amigos hizo que le atendieran sin mayor apremio; antes de 15 minutos estaba de regreso.
Manguera en mano y con unas pinzas empezó a quitar una de las dos roscas que la sujetaban; no iba ni a la mitad cuando un chorro de agua le anunció sorpresivamente que había olvidado cerrar el paso del agua -Maldición- balbuceó mientras el agua le dejaba empapado y cubría el suelo por segunda vez. Cerró la llave del agua y volvió a dirigirse al baño, con una cara de desesperación que causaba lástima, y después de repetir su sesión de secado manual desconectó la manguera.
-Por fin- comentó jadeante, pues la posición que debía tomar para quitar la manguera era exageradamente incómoda. Se sirvió un vaso de coca con hielo para enfrentar su jadeo y contempló su manguera nueva. Tuvo que luchar verdaderamente para conectar de un lado la manguera por la incomodidad del lugar y cuando ya estaba a punto de dejar la tarea de lado lo logró. -Ya está, ya está- se dijo seguido de dos sorbos de su vaso y tras dejarlo en un lado volvió a acomodarse para atornillar la manguera del lado faltante.
Le dio vueltas a la rosca con las pinzas y notable fuerza, sin darse cuenta de que había que hacerlo con mucho cuidado pues la manguera corría ee riesgo de trozarse y cuando lo advirtió, notó que la manguera tenía una rajadura. -Me lleva la #%&!!@!!!, ¿qué carajo voy a hacer ahora?... tendré que ir por otra maldita manguera- Subió a su automóvil con su paciencia en el límite, recorrió la distancia a la ferretería y encargó por segunda vez la dichosa manguera.
Respiro un poco antes de acomodarse por segunda vez para conectarla, y posterior a su difícil maniobra para colocarse en posición y de haber quitado su manguera rota, se dio cuenta de que la nueva no ajustaba. -¡¡¡Maldito incompetente el que me dio esta manguera!!!- dijo casi al borde de rebuznar del coraje.
Con una prisa que hubiera sorprendido a cualquiera, dirigiose por tercera vez a la ferretería para solicitar su cambio de manguera.
-Le pedí una manguera para lavabo, no esta porqueria- le dijo con brusquedad al tipo de la ferretería.
-Disculpe, le entendí mal, pero no se preocupe que en seguida se la cambio-
-Mas le vale- pensó
-Aquí tiene, esta es la correcta-
Tomó la manguera y la revisó para checar si en verdad era la que necesitaba.
-Son $6 pesos señor-
-¿¿¿Qué???...¿cómo que $6 pesos si ya le pagué la manguera?-
-Lo que pasa es que tiene un costo mas elevado-
-Esta bien, esta bien- y cuando metía la mano para sacar su cartera vió que la había dejado en casa.
-ME LLEVA LA RE #%&!!@!!!- y salió del lugar con furia. Después de 20 minutos regresó pues tardó mucho tiempo en encontrar la cartera, pagó sin decir una palabra y volvió a salir con la manguera en mano.
Con un cuidado extremo colocó la nueva manguera alegrándose de haberlo hecho a pesar de estar nuevamente jadeante por la incomodidad y al estirar la mano para alcanzar su vaso, lo tiró sin querer.
Al borde del llanto por la desesperación limpió de mala gana y fue a abrir la llave del agua para comprobar que su instalación era exitosa. Y efectivamente, la instalación era exitosa; sin embargo no tardó en comprobar que mientras colocaba la nueva manguera con tanto apremio y por extremar precauciones había causado daño severo a la otra manguera
- Me lleva la reverenda @%&$#!!- se dijo con una voz tan llena de rabia, que en verdad causaba miedo.
Respiró profundamente pero no sirvio de nada, la desesperación lo consumía.
Se dispuso por quinta vez a buscar sus llaves para ir a la dichosa ferretería y cuando llegó pidió por enésima vez una manguera para lavabo, la cara se le estrujó de furia cuando el ferretero hizo la observación de que ya no tenía mas mangueras. Salio con tremendo disgusto mientras una lágrima de furia le asomaba por el ojo izquierdo.
Tanto enojo le hizo pisar el pedal del acelerador a fondo, se pasó varios semáforos en alto y estuvo a punto de chocar en dos ocasiones cuando vio por fin el letrero de una ferretería.
Dispuso a pasarse el último semáforo cuando escuchó el inconfundibel sonido de una sirena, volteó la cabeza para advertir la señal que le hacía un oficial de la policiá; indicaba que se orillara.
-¿Sabe usted a que velocidad iba, casi atropella usted a tres peatones, se subió a la banqueta, pasó varios semáforos....- dejó de escuchar la voz del oficial mientras el coraje le bajaba hasta la punta de los pies.
-Me importa un carajo los malditos semáforos y los malditos peatones, por mi se pueden ir al infierno junto con usted y sus malditas reclamaciones- dijo gritando mientras intentaba prender de nuevo su auto. Justo cuando iba a pisar el pedal del acelerador sintió una mano que lo sujeteba fuertemente.
-Baje inmediatamente del vehículo señor- le gritó la voz confusa del oficial
-Vayase usted al carajo, yo unicamente voy a la maldita ferretería por- pero no alcanzó a terminar, el oficial lo hacía descender a la fuerza.
-Esta usted detenido señor, por favor no se resista-
La desesperación y la impotencia se mezclaron dentro de su ser y a lo único que atinó fue a soltar golpes y patadas mientras lloraba desconsoladamente. Sintió un golpe en la cabeza y después nada. Cayó desmayado.
Despertó desconcertdao en una semicelda, no reconocía donde estaba, y de repente algo se le hizo familiar, con furia agudizó el oido...no tardó en reconocer el golpeteo de las gotas de agua que caían ...
Entró a la atildada habitación con la firme decisión de terminar de una vez por todas con aquel infierno. No acababa de abrir la puerta cuando el singular chapoteo de sus pasos en el agua le indicaron algo más, algo que de verdad le irritó. El baño estaba inundado. -Increíble-, se dijo a la vez que maldecía el líquido esparcido por todo el cuarto. Buscó el trapeador por toda la casa pues no estaba en su lugar y recordó haberlo dejado nada menos que en la azotea... -Con un carajo-.
Después de lavarlo, pues estaba lleno de lodo, empezó a secar mas se detuvo después de unos momentos pues la cochinada soltaba una especie de pelusa. - Esto es un desastre-. Terminó después de una cruenta batalla, en la que durante media hora utilizó una toalla de manos para ir sacando el agua poco a poco mientras acusaba a la manguera de degeneración.
Cuando por fin revisaba que diablos era lo que estaba mal, se dio cuenta que una de las dos mangueras del suministro del lavabo estaba rota y que indiscutiblemente tenía que cambiarla de inmediato.
Sin quitarse la pijama recogió sus llaves para salir en el auto por una manguera nueva, y ya en la ferretería su cara de pocos amigos hizo que le atendieran sin mayor apremio; antes de 15 minutos estaba de regreso.
Manguera en mano y con unas pinzas empezó a quitar una de las dos roscas que la sujetaban; no iba ni a la mitad cuando un chorro de agua le anunció sorpresivamente que había olvidado cerrar el paso del agua -Maldición- balbuceó mientras el agua le dejaba empapado y cubría el suelo por segunda vez. Cerró la llave del agua y volvió a dirigirse al baño, con una cara de desesperación que causaba lástima, y después de repetir su sesión de secado manual desconectó la manguera.
-Por fin- comentó jadeante, pues la posición que debía tomar para quitar la manguera era exageradamente incómoda. Se sirvió un vaso de coca con hielo para enfrentar su jadeo y contempló su manguera nueva. Tuvo que luchar verdaderamente para conectar de un lado la manguera por la incomodidad del lugar y cuando ya estaba a punto de dejar la tarea de lado lo logró. -Ya está, ya está- se dijo seguido de dos sorbos de su vaso y tras dejarlo en un lado volvió a acomodarse para atornillar la manguera del lado faltante.
Le dio vueltas a la rosca con las pinzas y notable fuerza, sin darse cuenta de que había que hacerlo con mucho cuidado pues la manguera corría ee riesgo de trozarse y cuando lo advirtió, notó que la manguera tenía una rajadura. -Me lleva la #%&!!@!!!, ¿qué carajo voy a hacer ahora?... tendré que ir por otra maldita manguera- Subió a su automóvil con su paciencia en el límite, recorrió la distancia a la ferretería y encargó por segunda vez la dichosa manguera.
Respiro un poco antes de acomodarse por segunda vez para conectarla, y posterior a su difícil maniobra para colocarse en posición y de haber quitado su manguera rota, se dio cuenta de que la nueva no ajustaba. -¡¡¡Maldito incompetente el que me dio esta manguera!!!- dijo casi al borde de rebuznar del coraje.
Con una prisa que hubiera sorprendido a cualquiera, dirigiose por tercera vez a la ferretería para solicitar su cambio de manguera.
-Le pedí una manguera para lavabo, no esta porqueria- le dijo con brusquedad al tipo de la ferretería.
-Disculpe, le entendí mal, pero no se preocupe que en seguida se la cambio-
-Mas le vale- pensó
-Aquí tiene, esta es la correcta-
Tomó la manguera y la revisó para checar si en verdad era la que necesitaba.
-Son $6 pesos señor-
-¿¿¿Qué???...¿cómo que $6 pesos si ya le pagué la manguera?-
-Lo que pasa es que tiene un costo mas elevado-
-Esta bien, esta bien- y cuando metía la mano para sacar su cartera vió que la había dejado en casa.
-ME LLEVA LA RE #%&!!@!!!- y salió del lugar con furia. Después de 20 minutos regresó pues tardó mucho tiempo en encontrar la cartera, pagó sin decir una palabra y volvió a salir con la manguera en mano.
Con un cuidado extremo colocó la nueva manguera alegrándose de haberlo hecho a pesar de estar nuevamente jadeante por la incomodidad y al estirar la mano para alcanzar su vaso, lo tiró sin querer.
Al borde del llanto por la desesperación limpió de mala gana y fue a abrir la llave del agua para comprobar que su instalación era exitosa. Y efectivamente, la instalación era exitosa; sin embargo no tardó en comprobar que mientras colocaba la nueva manguera con tanto apremio y por extremar precauciones había causado daño severo a la otra manguera
- Me lleva la reverenda @%&$#!!- se dijo con una voz tan llena de rabia, que en verdad causaba miedo.
Respiró profundamente pero no sirvio de nada, la desesperación lo consumía.
Se dispuso por quinta vez a buscar sus llaves para ir a la dichosa ferretería y cuando llegó pidió por enésima vez una manguera para lavabo, la cara se le estrujó de furia cuando el ferretero hizo la observación de que ya no tenía mas mangueras. Salio con tremendo disgusto mientras una lágrima de furia le asomaba por el ojo izquierdo.
Tanto enojo le hizo pisar el pedal del acelerador a fondo, se pasó varios semáforos en alto y estuvo a punto de chocar en dos ocasiones cuando vio por fin el letrero de una ferretería.
Dispuso a pasarse el último semáforo cuando escuchó el inconfundibel sonido de una sirena, volteó la cabeza para advertir la señal que le hacía un oficial de la policiá; indicaba que se orillara.
-¿Sabe usted a que velocidad iba, casi atropella usted a tres peatones, se subió a la banqueta, pasó varios semáforos....- dejó de escuchar la voz del oficial mientras el coraje le bajaba hasta la punta de los pies.
-Me importa un carajo los malditos semáforos y los malditos peatones, por mi se pueden ir al infierno junto con usted y sus malditas reclamaciones- dijo gritando mientras intentaba prender de nuevo su auto. Justo cuando iba a pisar el pedal del acelerador sintió una mano que lo sujeteba fuertemente.
-Baje inmediatamente del vehículo señor- le gritó la voz confusa del oficial
-Vayase usted al carajo, yo unicamente voy a la maldita ferretería por- pero no alcanzó a terminar, el oficial lo hacía descender a la fuerza.
-Esta usted detenido señor, por favor no se resista-
La desesperación y la impotencia se mezclaron dentro de su ser y a lo único que atinó fue a soltar golpes y patadas mientras lloraba desconsoladamente. Sintió un golpe en la cabeza y después nada. Cayó desmayado.
Despertó desconcertdao en una semicelda, no reconocía donde estaba, y de repente algo se le hizo familiar, con furia agudizó el oido...no tardó en reconocer el golpeteo de las gotas de agua que caían ...