sábado, 12 de abril de 2008

Buenas noches, señor Euzkadian.

Escribo antes de ir a dormir en la cama criogénica que me mantendrá vivo en esta estación espacial.

Apenas ayer regresamos al espacio cuatridimensional y ya había pasado... Nosotros ocho éramos los únicos sobrevivientes del bombardeo final. La guerra entre Humanos y Muricks había terminado... Ellos ganaron.

Este bombardeo, que será llamado "Segundo Día D", lo cual es una leve comparación con la operación final de una guerra antigua ocurrida en el planeta llamado Tierra. Por cierto, ese planeta llamado Tierra será conocido como "Segundo Dresden", lo cual es una leve comparación con una ciudad que durante la misma guerra antigua fue destruida por completo.

El nombramiento del planeta y del bombardeo ocurrirán dentro de varias décadas, mucho después de que me vaya a dormir. Incluso despúes de que los Muricks sean conquistados por los Lherken (los conquistadores de los grandes conquistadores). Aclaro que en este momento la raza humana ya es la novena especie inteligente que los Muricks casi extinguen con sus barredoras de mundos.

Sólo faltan ciento treinta años para que nuestros conquistadores empiecen a perder batallas; no más de doscientos cincuenta para que los Lherken hallen la estación IRM orbitando alrededor de un planeta muerto. Entonces mis siete compañeros y yo seremos tomados como modelos genéticos para que la humanidad vuelva a poblar un sistema planetario. Los Lherken (oh, salvadores!) nos tomarán a los ocho y harán millones de seres de distintas razas con sus máquinas madre.

Me convertirán en uno de los ocho padres fundadores de la nueva humanidad.

Algún día, Rogan Euzkadian, mi nieto, escribirá sobre cómo nosotros ocho sobrevivimos al bombardeo que aniquiló a cada especie del planeta (que aún quiero llamar Tierra) entrando por tres horas al hiperespacio. Su hija, Lina Euzkadian será embajadora en el Parlamento Lherken y descubrirá la técnica que neutraliza el poder de las barredoras Murick. Por último, mi tataranieto, Reuben Euzkadian, hará un ensayo sobre el accidente que no sólo salvó a la humanidad, sino que le dió a su tatarabuelo el conocimiento de los eventos que ocurrirían hasta seiscientos años después de su muerte. Su maestra de historia clásica le reprobará por combinar tradiciones familiares con un serio trabajo académico.

Pero no te importará, ni harás nada por cambiar esa calificación, te parecerás tanto a mí y me tendrás tanto afecto que querrás que mis predicciones sean correctas.

- Gracias.

J. Euzkadian.

07/07/98